**El abrazo que nunca termina: La promesa de la eternidad**
En el torbellino de la vida, en medio de la alegría y el dolor, existe una verdad inquebrantable que resuena a través de las páginas de la Biblia: el amor eterno de Dios. No es un amor condicionado a nuestros logros, ni disminuido por nuestros fracasos. Es un amor incondicional, profundo como el océano y vasto como el universo.
Imagina el abrazo de un padre, la ternura de una madre, la lealtad de un amigo. Multiplícalo infinitamente, y aún así estarás lejos de comprender la magnitud del amor que Dios tiene por ti.
La eternidad no es simplemente un concepto abstracto, es la promesa de ese abrazo que nunca termina. Es la certeza de que, más allá de este mundo, hay un lugar preparado para nosotros, un hogar donde seremos recibidos con los brazos abiertos por un Dios que nos conoce y nos ama incondicionalmente.
No importa cuán perdido te sientas, cuán oscuro parezca el camino, recuerda: el amor eterno de Dios es la luz que te guía, el ancla que te sostiene y la promesa de un futuro lleno de esperanza y paz. Confía en esa promesa, déjate envolver por su amor y camina con fe hacia la eternidad.